Talleres divertidos
Por fin sábado, día donde nos reuniríamos para jugar y compartir, los niños y niñas iban llegando acompañados de una sonrisa, un gesto de “pena”, esa que te da cuando no conoces a alguien que te saluda por primera vez, otros con abrazos grandes y menos tímidos se acercaban y celebraban al igual que nosotros poder estar ahí, en la escuela, sitio que permitiría que nos congregáramos, pequeños, vecinos, amigos y trapicheros, los mismos que habíamos decidido jugar ese sábado a las 2 de la tarde aunque el clima no estuviera soleado.
A la hora de empezar el taller ya íbamos siendo más de 30, iniciamos con un juego que nos ayudaría a conocer los nombres que desde ese día silenciosamente quisiéramos repetir más a menudo, la pelota de trapillo volaba por el cielo siendo lanzada por alguien que nos compartía su nombre y así hasta llegar al final y verla convertida en una telaraña tejida y varios nombres que empezaban a quedarse en la memoria, Socorro, Ana, Daissy, Juan, Solano, Francy.
Ya en el salón cada uno fue escogiendo sus colores favoritos, que ayudados por una cuchara dejaban caer en una hoja en blanco, los mismos que posteriormente se convertirían en muchos seres que acompañarían los escritos, Corazón de fuego, murciélago primavera, mantis multicolor, rosa espacial, bicho intergaláctico, chiva de colores, super héroe Joy, el cangrejo pintor, fuego de colores y otros tantos.
Cada equipo le fue dando forma a las historias, algunas ni siquiera pasaron en este planeta, hubo animales que se convirtieron en chivas, cielos estrellados que cobijaban bichos, pero sobretodo una alegría inmensa, el disfrute de sabernos allí intercambiando momentos, el darnos cuenta que los chicos, madres, padres y amigos, sentíamos que el juntarnos para compartir es una de las esencias de la construcción de la comunidad que queremos.